Año tras año -día tras día- yo recogiendo pelos de gati tras inesperado rescate y adopción realizado por uno de mis hijos. Adopción de gatita que, tras nueve años de existencia -y largos años de distancia- siempre reconoce su nombre, si lo nombro, y su voz cuando una llamada es recibida. Y la limpieza incluye no sólo todo este antiguo hogar, sino especialmente la habitación de ese hijo, pues ahí él y ella crecieron. Por lo que verla ingresar a dormitar sobre esa conocida cama, a lamer su cuerpo, a saltar hacia el clóset y a raspar cada vestuario no es más que una eterna muestra de mutuo amor gatumano.
