¡A muñecas del tiempo les creció la dueña!
La chica dentro de la grand,
una en la otra y la otra en la una,
graciosas, repitiendo tradición.
Suben montañas como mariposas
piernas al cielo rondan tibiezas
desatando pétalos de temor
vibran su desamor.
Desarrollando rabias, regeneran mandíbulas
de mayor a menor se les ve.
Ya en el empinado
grita el corazón del mundo.
Shamán es arboleda antigua
de tamboriles súplicas.
Entre el crepúsculo y, con el ombligo partido,
asoman mujeres blancas y negras.
Melodías sagradas, llenas de semillas el vientre
giran huella al viento
venciendo el miedo, por el fluir del río.
Ya canta Valentina al fin, ese ridículo al qué dirán.
Consuelo, es el maremoto de la indiferencia y el olvido.
Amparo, baila las fobias al cuerpo y ese deseo de comer y comer.
Luna, pinta ciclos de soledad plateada.
Cristal, sin sol, por no ser amada.
Marisol, poeta, huracán de rabias, viene de la cárcel.
Franca, escultora de la muerte, amasijo de huesos, conviviente de su esqueleto…
Y yo dentro de ellas
en la una y en la otra
tiritando esta carroña que nos acecha.
¡El miedo!
Ave sombra que edifica lo que más tememos.
Lo atrapo entre mis dientes, lo muerdo.
Calcino el miedo.
Por un instante eterno doblego su corona
bordando constante este mi rosario:
inspiro jardines, exhalo robles mágicos
y justo ahora
miles de seres en diversos escalones
transmutan el miedo
como yo.
Las matrioskas reunidas relampaguean
rimbombean truenos, granizan sueños
y un rayo toca las cabezas como hierba buena
alucinan vértigos, llueve, llueve desnudo.
Somos refugiadas del agua
embarradas de coraje…
me ilumina esta belleza de mujeres,
me reencanto de bien.
Ahora el miedo es el discípulo y yo la maestra:
…Que se vayan y vuelen los males que nos duelen…
…Que se vayan y vuelen los miedos que nos duelen…
…Que se vayan y vuelen los males que te duelen…
¡Qué cada fin de siglo, una caravana de matrioskas vivas!
Mujeres de sangre y huesos
reúnan antenas,
¡venciendo el miedo, por el fluir del río!