El fin de la memoria: el tío/hermano

Éramos varias hermanas y yo incluso había tenido la fortuna de añadir a mi vida una amiga/hermana adicional tras el segundo matrimonio de mi padre y, más aún, a mi propio primer amado hijo por mi propia vía.  Saber que me venía en camino un nuevo hermano fue sorprendente, no sólo por mi propio asombro, sino porque nuestro padre en común había tenido un grave problema de salud y eso a todas nos causaba un sobresalto que intentábamos esconder, sin resultado. El actual y futuro papá era mejor actor que nosotras, eso sí, por lo que meses más tarde ya todas lucíamos más tranquilas y esperanzadoras… Menos yo, en verdad, porque cuando se supo que se venía el nacimiento mi padre me pidió que asistiera a la clínica y, estando ahí, me solicitó otorgar promesa de que una vez que él se fuera, yo, como joven mamá, me haría cargo de mi hermanito, no directamente sino con constante y eterno acompañamiento junto a su propia madre. Algo que nadie más en mi familia alguna vez supo, pero que prometí desde mi mente y mi corazón, con palabras y con abrazo.

Con el tiempo todo mejoró y dar cumplimiento a lo acordado se volvió innecesario, así que me limité a operar como hermana. En un principio habitábamos en una misma ciudad, pero con el tiempo ellos se mudaron a la costa y visitarlos cada cierto tiempo resultaba increíblemente grato… excepto, quizás, para mi propio hermano, a quien su primer y único sobrino jamás lo llamó según “correspondía” como familiares, pese a sus frecuentes y regulares frases con las que le exigía que modificara su lenguaje “con respeto”. Porque cuando por fin aprendió a hablar, el hecho de que su sobrino tuviera tres años superiores de edad a su juicio no le otorgaba libertad para instigarlo a ir a jugar en la playa, presionarlo a seguir a la tarántula por el jardín, obligarlo a dejarlo entrar a su dormitorio para saludar a los peces de su acuario, asomarse por una ventana privada para mirar al patio de su colegio, agarrar sin permiso sus diversos juguetes, forzarlo a salir corriendo al patio a perseguir a su perrito, etc., etc., etc., simplemente sonriendo y llamándolo por su apodo en lugar de “tío”.

Acerca de primeralluvia

En Patagonia
Esta entrada fue publicada en Ejercicios, Personal y etiquetada , , . Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s