“Les pido que se vayan a sus casas con la alegría sana de la limpia victoria alcanzada. Y que esta noche, cuando acaricien a sus hijos, cuando busquen el descanso, piensen en el mañana duro que tendremos por delante, cuando tengamos que poner más pasión, más cariño, para hacer cada vez más grande a Chile y cada vez más justa la vida en nuestra patria.”
(fragmento de su discurso de triunfo en Santiago, Chile – audio aquí)
No hay caso, era un orador hipnotizante. Como el Flautista de Hamelin. Conocí a alguien que estuvo en sus concentraciones y se le llenaban los ojos de lágrimas y se le henchía el pecho de emoción recordando al «Compañero Presidente». No hay hombres perfectos, sólo intenciones perfectas. Da para mucho el tema. Pero ya no llueve, viene la primavera.